UNA BIOGRAFÍA EN EL CAJÓN. José Antonio Sanz, torero de los recuerdos. Auténtica memoria viva del mito Manolete

Preciso con las palabras y poseedor de una excelente memoria, a la que no se le escapa un nombre, una fecha, o una precisa anécdota, el maestro José Antonio Sanz  Domínguez de Vidaurreta (Guadalajara, 1937), es el claro ejemplo de las ventajas de ejercitar el músculo cerebral, el esfuerzo del estudio y el rigor de la precisión. Con 32 años se convirtió en el primer famoso millonario  de España  al ganar el popular concurso de TVE «Las diez de últimas» con su tema preferido: La biografía de Manolete. Para ello subrayó, memorizó y corrigió, porque en todas encontró fallos,  las mas de setenta biografías del mito del toreo de la España de posguerra que se habían escrito y publicado en todo el mundo hasta el año 1969. Desde entonces ni comprende ni confía en la mayor parte de la gente:  » la fama es, a la vez, sublime y repulsiva, porque lo mismo que cosquillea el ego y las relaciones, ahoga las esencias. Yo no miento nunca. Maldito dinero. Aquí importa mas vender que otra cosa porque lo que se estila para todos es el morbo. Muchos de los libros sobre Manolete, que conozco bien, están escritos a vuelapluma por cronistas chapuzas y apresurados que no tienen rigor ni en las fechas ni en los hechos».

José Antonio no quiso nunca ser torero,

pero sus hechuras le arriman a la elegancia

del matador que desfila en el paseíllo.

«Yo me crié en este barrio de las Letras,  en Madrid, que por cierto, antes no se llamaba así. Una de mis fronteras era la calle Santa Isabel. Iba mucho al Retiro. Con mi padre, médico militar de academia, que  era un gran aficionado a la filatelia transitaba también la Plaza Mayor y de regreso a casa pasaba por el hotel Victoria. Una vez vi a Manolete salir a la plaza del Ángel. Le esperaba toda su cuadrilla, porque entonces los de plata, por respeto esperaban al matador en el hall.  Pero la primera vez que le vi torear, yo tenía nueve años, fue gracias a mi tío que en el 46, el día de la corrida de la Beneficencia, un 19 de Seotiembre, le sobraba una entrada y me llevó… Mis recuerdos de aquella tarde no son de Manolete sino del brillo de su traje de luces».

En mi infancia, la actualidad y los sentimientos

giraban en torno a la radio y los periódicos.

Todos seguíamos los concursos radiofónicos.

José Antonio Sanz vivió el Madrid de un millón y medio de habitantes en el que por la noche no hacía falta cerrar las puertas de las casas y los sentimientos giraban alrededor de las voces y músicas de la  radio. «Años duros de posguerra, pero de buena vecindad, en los que los concursos se ganaban el favor y la ilusión de todos. Recuerdo al dedillo el «Doble o nada» de Boby Deglané porque a mi padre le gustaba mucho la música clásica y las biografías, y uno de los ganadores, médico de profesión, se lo sabía todo del gran Puccini. Luego llegó el titulado «Medio Millón» de José Luis Pecker en Radio Madrid. Para la gran final quedó un maestro, Miguel Lizón que defendía el tema de «Joselito, el Gallo». Su rival defendía el tema de Greta Garbo. Emitieron desde la plaza de toros de Las Ventas en la que habían instalado un ring como los de boxeo. Pecker entonces promocionaba «Gallina Blanca», pero enseguida llegó la tele. Yo la veía en un bar «.

Jose Antonio sabe tanto de bares como de Manolete. Ha regentado dos con profesionalidad y largas jornadas de 17 horas. «La Victoria» en la calle La Iglesia número cuatro, a la altura de General Ricardos, que subarrendó con 24 años y en el que comenzó a memorizar y corregir la biografía de Manolete y «Las diez de últimas» que bautizó con el nombre del concurso que le lanzó a la fama, en la calle Altamirano, 28: » La Victoria la decoré enterita con fotos, tenía 100 de los matadores de toros mas famosos de la historia con sus biografías escritas a máquina. Además todos los días compraba los periódicos, el Dígame, el Pueblo, todos, que colgaba con pinzas de una cuerda de la estantería. Los parroquianos me decían que no entendían todo el tiempo que dedicaba a estudiar la biografía de Manolete, que de qué me iba a servir, sobre todo cuando escribía mis fichas  y tardaba unos segunditos de mas en servirles el vino. Recuerdo como si fuera ayer cuando entró un día en la taberna el cronista taurino del diario Madrid Julio Urrutia. El periodista había escrito ya dos biografías del torero que yo tenía sabidas y subrayadas. Iba con una fotógrafa americana mas alta que Mary Sampere. Me dijo que le gustaba mi taberna. Aunque a mi el bar que me gustaba era el Fomento,  Por allí desfilaban Eduardo Lalanda, que había sido banderillero y era, creo primo del gran Marcial,   y Alfonso del Toro, uno de los «manoletistas» íntegros, que también los hay.  Estaba cerca de María Cristina, por donde vivía un viejo conocido de mi familia, el abogado José Luis Moreno Manzanaro, gran aficionado y conferenciante taurino, que llegó a ser Presidente de los aficionados de toda España. Le cito porque su nombre es clave, gracias a las casualidades de la vida, en mi encuentro con la fama y la televisión».

El maestro narra con el sentido de la anticipación

de los guionistas cinematográficos.

El maestro José Antonio podría haber sido una estrella en el olimpo de los actores  en esa tradición cinematográfica española de excelentes secundarios, o de reparto, pero la biografía y la pasión por Manolete se le cruzaron en el camino a muy temprana edad y así, todavía hoy, rememorando a los grandes, recita con aplomo, y dignidad, que para hablar del torero hay que ponerse en pie, quitarse el sombrero y comenzar a desgranar las palabras muy, pero que muy despacito.

«El caso es que estaba viendo un día el programa «Quinientas, quinientas mil» y, dáte que me veo a mi amigo  José Luis Manzanaro defendiendo precisamente el tema de Manolete.  Yo me pensé que había quitado el tema. Al día siguiente le llamé a su casa y nos vimos. Yo le puse al corriente de mis estudios, le invité a visitar el santuario de estudio que me había instalado en casa, todo un despacho que presidía la Olimpia alemana de doble carro que me había comprado a plazos. Le presté algunos libros. Me confesó que se había presentado por una apuesta y un día me llevó al Paseo de la Habana. Fue la primera vez que vi el tinglado de la tele y su montón de cables por el suelo. El abogado perdió por una pregunta facilona. Le preguntaron sobre la primera alternativa de Manolete y el contestó que se la había dado Angelete. la respuesta correcta era Vázquez.  Perdió. Pero se llevó el diez por ciento de lo que tenía ganado: doce mil pesetas que se gastó en un festín en El Iruña del que yo participé. Poco después perdimos el contacto pero antes me devolvió los libros que le había prestado«.

Corría el año 1969. El astronauta Neil Amstrong acababa de poner su pie en la Luna. Aquí se canturreaba el «Vivo cantando» que Salomé había defendido en la Eurovisión celebrada en España, y  los geniales  Tip y Coll convertían «Galas del Sábado» en el programa estrella de Prado del Rey, cuando un buen día, los periódicos Pueblo y Actualidad, incluyeron un anuncio en sus páginas: Nuevo concurso de TVE.  «Las diez de últimas». Se buscan concursantes. El ganador recibirá un millón.». José Antonio no lo dudó, como tampoco el enviar a TVE solo un cupón, aunque sus parroquianos le animaron a cumplimentar cientos, entre todos y solidariamente, para que así tuviera mas posibilidades de ser elegido.  El caso es que no pasaron mas de cuarenta y ocho horas cuando en el bar se presentaron dos relaciones públicas de TVE, el señor Cambronero y López Romero, que le citaron al día siguiente en el edificio de Prado del Rey, para realizar unas pruebas de fotogenia.

«Ese primer día fui en taxi que me pagaron nada mas llegar. Luego ya, cuando comenzó el concurso me llevaba siempre mi amigo Faustino, Faustino Mostazo Mogollón, perito industrial, un mostruo. No olvidaré su coche entonces. Un viejo cuatro por cuatro al que cada vez que abrías la puerta se le caía. 

Noté aquel primer día que fui a Prado del Rey que lo que querían era averiguar cuántos conocimientos tenía yo de Manolete. En el despacho del Señor Amilbia me dieron un cuestionario de veinte preguntas. Preguntas fáciles. Yo me daba cuenta que me estaban probando. Al acabar me dijeron que había sido elegido para concursar y allí mismo me presentaron a los otros concursantes elegidos, a Secundino, el que se hiciera famoso con el tema de los pájaros  a Francisco Gallego Gallego, especialista en la segunda guerra mundial y el señor Urretavizcaya. Iba todo muy deprisa. Me citaron en siete días para comenzar el concurso«.Fue todo muy rápido. Aquel primer día me subieron a la primera planta que luego descubrí que era la planta noble. Allí me presentaron a Fernando García de la Vega y Enrique de las Casas.  

José Antonio es autor de una biografía

de Manolete, la mas fiel y exacta

del mito del toreo que guarda en un cajón.

José Luis Pecker, una de las voces mas conocidas de la radiodifusión española en los cincuenta y en lo sesenta, presentó en Televisión española los concursos «Un millón para el mejor» y «Las diez de últimas». El veterano comunicador siempre dijo que no había famosos más rápidos que los ganadores de los concursos de TVE. José Antonio le recuerda bien desde aquella primera tarde que como concursante pisó el estudio Uno de Prado del Rey dispuesto a medir sus conocimientos, aguantar los nervios y ¿Cómo no? ganar el concurso.

«Allí estaban también Tip y Coll que hicieron unos chistes y las presentaciones. Tengo muchos recuerdos de aquellas diez semanas que duró el concurso. La puerta del estudio que enorme me recordaba la de los submarinos, los focos que me molestaban un montón. Inolvidable hasta que muera, porque soy colchonero, recordaré la segunda emisión, cuando una delegación del Atlético de Madrid me invitó a un saque de honor en el Vicente Calderón y, sobre todo, como un día, ya de semifinal,  Pecker me preguntó en qué plaza española había hecho doblete mi torero con Carlos Arruza. Yo contesté que en Cieza el 26 de Agosto y se iluminó la luz roja de Fallo. No me lo podía creer e impugné la pregunta. Pecker dio paso a la publicidad y en ese intermedio dieron paso en el estudio a una llamada. Era el alcalde de Cieza y decía que los de la tele estaban equivocados, que yo tenía razón. Genial. Yo le decía a Pecker ¿Pero quién os hace las preguntas que sabe menos que yo?  Aquello era dinamita pura».

Durante el concurso, y para aprovechar su fama, la editorial Argos Vergara le encargó una biografía de Manolete y le pagó 75.000 pesetas por anticipado con un contrato que le obligaba a escribir el libro en tres meses. José Antonio era entonces ya el mismo triunfador realista que hoy pasea por la calle Cervantes de Madrid. Con el millón en el bolsillo recibido como primer ganador del concurso «Las diez de últimas» se fue a Córdoba para inspirarse y estudiar su documentación en el lugar preciso.

Se llevó su vieja Olimpia y ni durmió durante muchas noches tecleando la biografía mas exacta y fiel del mito Manolete que jamás nadie había escrito. El cronista taurino  José Luis de Córdoba (Córdoba, 25 de agosto de 1914- 17 de abril de 2007),   le escribió el prologo que todavía hoy este autentico matador de los recuerdos recita con precisión, pero la mala suerte se le cruzó en el camino. La editorial presentó suspensión de contrato y después de un largo juicio, le devolvió el manuscrito que todavía guarda en un cajón.

«Lo que nunca olvidaré es aquella noche del 22 de Diciembre del 69, el día de la lotería, cuando me homenajearon en el hotel Victoria como ganador del concurso. Un buen amigo, lo recuerdo bien, se metió la mano en el bolsillo, sacó una peseta, y me dijo, toma, ahora ya pasas de millonario.

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