Entre Colombia y la Puerta de Alcalá: Juan Restrepo. Bienvenidos al pasado

NoDo

No sé por qué pero me parece que en España, gracias a la televisión, el pasado nos pilla cada vez más cerca. Yo mismo me encontré hace unos días con melena y proa de corbata en un telediario de 1973. Celebraba ese espacio informativo los sesenta años de su nacimiento y en él Matías Prats tenía un aire a Robert Redford el día de su primera comunión y Victoria Prego el de Cher antes de pasar por las manos de una docena de cirujanos plásticos.

Cuéntame
No conozco un país más fascinado con imágenes del ayer que España. En su televisión – y no solo en la estatal- triunfa la evocación que no se remonte, eso sí, más allá de los años 40. A bote pronto me vienen a la cabeza espacios como “Cuéntame”, “Amar en tiempos revueltos”, “El secreto de Puenteviejo” de Antena 3 y los diversos intentos con desigual fortuna de hacer programas con retales del NO-DO, con la publicidad de los años 70 y en estos días un programa de TVE en la Red que se llama «Ochéntame» para glosar las imágenes de aquella década prodigiosa.
Los larguísimos seriales del tipo “Cuéntame” o “Amar en Tiempos revueltos” tienen la ventaja de que, aunque pasen los lustros, sus protagonistas siguen en lo mismo y nos permiten hacernos a la idea de que, como dice el tango, veinte años no es nada. Claro que esto no es gratis y hay quienes pagan un peaje alto en la alcabala de la nostalgia, como el pobre Imanol Arias que aunque se empeñe en disfrazarse de Vicente Ferrer, ya no hay quien no lo identifique con el fabricante de banderas autonómicas que se mete en tu casa cada jueves. El otro día, cuando lo vi encarnado en el apóstol catalán hablando con su mujer en un erial de la India, me hizo mucha falta ese cuño tan suyo de cagarse en la cuna que lo meció.

Gilda
Por supuesto los programas de Navidad y Año Nuevo son la más golosa de las tentaciones para tirar de archivo fílmico. Pero entre el roscón de Reyes y el siguiente turrón siempre aparecen Rita Hayworth y Massiel. Y es que estoy convencido de que existe un pacto secreto entre programadores a través de los años, porque no hay uno solo en que se nos prive de la bofetada de Glenn Ford en “Gilda” o de Massiel vestida de Mariquita Pérez en trance de cantarnos “La La La”.

masiel-eurovision
Un amigo me dice que en todas partes es igual y que ahí está Estados Unidos para demostrarlo con sus películas del Oeste. No estoy de acuerdo y, además, no es lo mismo. Para los americanos Gary Cooper es el equivalente a Isabel la Católica, sus anales épicos no dan para ir mucho más lejos. Y ojalá hubiesen puesto los productores de televisión en España el empeño en contar la historia que puso Hollywood en narrar la epopeya del “Far West”.
Hace unos meses Isabel I sostuvo una dura lucha por el favor de la audiencia televisiva con una modistilla de los años 40 evolucionada en «haute couturier» y espía y tengo entendido que en más de un episodio, la modista de la postguerra se llevó por delante a Isabel de Castilla. La sola competencia de estas dos damas da que pensar. 

Isabel la catolica
Sin ánimo de ponerse fino uno creería que la opción más lógica habría sido recordar cómo se configuró España antes que evocar de nuevo los años de estraperlo y achicoria, pero como en cuestión de gustos televisivos la lógica cuenta poco, se conoce que seguiremos aferrados al NO-DO. A lo mejor más historia y menos pretérito inmediato habría hecho de la sociedad española un campo menos abonado para la crispación y el desencuentro. ¡Quién sabe!

Blas de Lezo
En días pasados un grupo de promotores privados tuvo la iniciativa de erigir un monumento a don Blas de Lezo en Madrid. A mí, que soy más de la escuela de erigirlos que de la de derribarlos, me alegró la cosa. Don Blas con solo medio cuerpo -pues se había dejado el otro medio en varias batallas navales; es decir un ojo, una pierna y un brazo- desplegó su brillante estrategia en Cartagena de Indias para que en el sur del continente americano siguiéramos hablando en español. Y todo esto a nombre del rey de España. Lo normal habría sido erigir el monumento en Pasajes, su tierra natal, pero entiendo que semejante afrenta habría provocado un cólico hepático colectivo en los votantes de Amaiur y como el NO-DO no llegó a tiempo de registrar las hazañas del almirante guipuzcoano don Blas de Lezo siempre llevará las de perder frente a Imperio Argentina.

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Juan Restrepo Juan Restrepo

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