Y siempre nos quedará Andalucía…

Rememoro en la plaza del Potro de Córdoba ese Homenaje a la Mujer que representa el arte de Julio Romero de Torres. Que alegría volver a ver esos cuadros de indecente y descarado  amor que, por no morir, mata de pasión exacerbada y se desboca al ritmo de la guitarra en soleá y el zapateo de los martinetes del yunque de la pasión. Que peca insolentemente por amor.

Paseo por la judería de plata y vino. Y hablo con los cordobeses. Alucino. En la ciudad sultana no olvidan que durante cerca de dos horas su paraíso urbano fue el elegido como capitalidad europea de la cultura. Y que luego intervino el gran «mamoneo», la alquimia social del iluminado e inútil contador de nubes para desviar el premio a San Sebastián.

Algunos votantes al PSOE me dicen, a la cara, que el aeropuerto de Ciudad Real es obra del partido Popular, de «la Cospedal» y siento en el alma que existe otro martinete, el del yunque de los sectarios que recibe en casa la soldada por su deuda con el pensamiento fácil. No son clase trabajadora como se autoproclaman, se trata sencillamente de clase votadora, deudora, de los nuevos señoritos, la actual aristocracia de las subvencionadas peonás.

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