El «Humor Negro» de los periodistas

La famosa frase de que «el periodismo conduce a todas partes siempre que uno sepa salirse de el» que el año pasado atribuí al poeta Blaise Cendrars, se multiplica en la Red en progresión geométrica gracias al corta y pega que con tanta profusión utiliza hoy todo el mundo.
El epicentro de la moda ha sido un prestigioso blog titulado «Periodismo + Derechos Humanos» que recientemente ha informado de  una irónica campaña  «Por una vida digna, se ex-periodista: SALVAR UN PERIODISTA» que suma al irónico y fino sentido del humor, una profunda e inteligente crítica al oficio del periodismo y los periodistas. Sus autores son, por ahora, anónimos y han publicado unos testimonios me imagino dramatizados que no tienen desperdicio.

Los publicistas intentan vender una camiseta que estoy dispuesto a comprar porque el sentido de la campaña, casualmente, lleva protagonizando gran parte de la correspondencia  que me ocupa con los antiguos compañeros de oficio y un montón de conversaciones y «sobremesas» con verdaderos maestros del periodismo que gracias a este estado del bienestar , en crisis eso sí, que nos ocupa, pasan sus días de prejubilación alejados del oficio. Conozco, en este sentido, toda clase de comportamientos y «salidas vitales».

Incluso existe un grupo que, espero con sentido del humor aunque sea negro,  se hace llamar «DESCARTES» : en lo mas íntimo de su ser, siguen pensando en su real valía profesional y sueñan con ese director que un día va a encontrarles y,  gracias a ellos, va a «montar» la película soñada, pero olvidan uno de los axiomas del oficio que guía a los directores de valía : «No busques en el montaje el plano que no rodaste«.

Estos ex-profesionales, apartados por la política surrealista que nos gobierna de la «cadena de montaje» con 52 años, gustan de compartir la mesa con políticos o famosos y juegan a «entrevistar y codearse» para así, imagino, sentirse vivos. Porque esto es en realidad lo importante, lo profundamente vital, ese sentimiento que a mi, con el «humor negro», la ironía y capacidad metafórica  de los periodistas, me lleva a «La casa de los maquis», y así cambiar el oficio «mas bello del mundo» por uno nuevo que también me produzca bienestar.

Un pensamiento

  1. Vaya, pensaba hacer un comentario sobre “descartados”, pero has pasado página. Deprisa va la tecla, que no la “parker”. Pero aún nos queda el lápiz, el lápiz que crece al tiempo que decrece: como señalador amigo del buen lector, como fiel acompañante en los paseos por los aledaños de la “casa de maquis” o la “cueva marina” y presto al garabateo de cualquier tontería que se nos ocurra. El lápiz: combustible, pero vivo desde un inmemorial pasado. Pero la relación entre los “descartados” y el concepto “casa maquis” existe. Estos “descartados” comenten un doble pecado. Por un lado está la fatua idea de considerarse menospreciados en su valía (¡cómo una empresa puede prescindir de mí! piensan), por otro el pecado del trabajo. El trabajo no es mejor (yo creo que peor) que cualquier perniciosa droga que tanto denostan: confunde al alma, hace que el hombre se olvide de la realidad. El trabajo te impide pensar, él piensa por ti, impidiendo que uno pueda verse a si mismo y a la vida tal como realmente son (al menos sin intermediarios interesados e hipnotizadores). Los “descartados” (y muchos otros que no lo son) necesitan drogarse con el trabajo. Este les produce la confortadora ilusión de que existen, hasta de que son importantes. Ante la idea de una casa de los maquis o una cueva marina saldrían corriendo dándose patadas en el culo pues no les quedaría otro remedio que encontrarse a solas con su alma, y eso puede tener un oler desagradable.

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