Imborrable el recuerdo del viaje que realicé hace unos años a Praga, capital de la antigua Checoslovaquia, que me parece hoy, todavía si cabe mas curioso: El «odio» que tenía mucha de la gente con la que pude hablar, contra los Comunistas y el Estado Comunista. Era total… Los calificaban de megalómanos, que sumían a la población en la pobreza y la tristeza mas absoluta, sin un horizonte hacia el que apostar para una vida mejor, que no supusiera el sacarlos del gobierno del país.
Conozco además muchos Rumanos que trabajan en España a los que les pasa lo mismo, y mi padre, que estuvo de viaje en Polonia en los años 70, me decía que la vigilancia allí sobre la gente era brutal, vamos que la guía que iba con él tenía que informar de todo, lo que habían hecho, dónde habían estado, de que habían hablado…
Mi padre también recordaba bien que un día intentó pagarle la comida en un restaurante y la guía turística rechazó la invitación, por sus vigilantes, porque a ella también le vigilaban, y el poder comunista podía interpretar esa aceptación como una afrenta a su estado totalitario… Vamos de principio a fin un despropósito, absoluto y absurdo.
Totalitarismo opresivo, total y real, que aquí, con millones de personas votando a los iluminados de la cheka, parecen querer copiar, olvidando la historia reciente, la de Europa y la de España y transformando en falso sueño la peor pesadilla para el hombre en sociedad que supone la dictadura.