La X de Garzón

Asusta, me asusta, el folio que Garzón ha escrito después de haber perdido los honores de la judicatura. Sus frases duras y las acusaciones que lanza contra los 11 excolegas. Me llenan de estupor las palabras con las que afirma que a partir de ese ahora fechado por su martirio, los malos van a seguir extorsionando, robando, ultrajando, violando y matando a quien les plazca. La Gallizo, con la experiencia que ha vivido al dirigir las cárceles españolas le da la razón desde su ideología socialista.

Y aunque suena apocalíptico por la razón que pudieran tener estos angelitos de la ética,  lo que de verdad debe importar y me atemoriza es esa profunda convicción que expresa Garzón de ser, sentirse y quererse como un humano superior. De actuar y prevaricar por tener razón, por considerarse impelido de una autoridad mas alta que la de la Ley la Justicia. Y sin tan siquiera una pequeña duda. ¿Una autocrítica quizás?

Hay que reconocer que Garzón, este príncipe de los derechos humanos y teórico mediático del utópico paraíso en la tierra, ha sido uno de los mas valientes. Y eso le honra. Ahí está su lucha contra los terroristas de ETA, los narcotraficantes y los fascistas. Su heroicidad en contra de los crímenes de estado que ya han quedado para la historia rotulados con la sigla del GAL y su enfrentamiento con ese PSOE que dirigía Felipe González y amplificaba PRISA, totalmente diferente a la absurda alquimia social de los últimos ocho años, publicitada por Roures y sus mediáticos amigos. El ataque que recibió en 1995 desde el El país es buena prueba de ello.

Los españoles, entonces, creíamos en la barra libre a la que nos habían acostumbrado los fastos del 92, porque España y los socialistas merecían eso, y mas, y lo pagaban todo con el dinero de todos. Pero a pesar de la atracción que a la mayoría nos produce el jamón de bellota y el fino La Ina, unos pocos,  y buenos, críticos, se empecinaron en descubrir  una trama siniestra urdida desde los cálidos despachos verdes del poder. Y ahí brilla, como siempre,  el ya ex juez Garzón. Aparece en el caso GAL de actor principal, como acostumbra, pero reparte cartel, en esta ocasión, con Pedro J. Ramirez  y el filósofo Gabriel Albiac, entre otro muchos geniales secundarios. Quiero recordar además que en la trama hay algunos periodistas que interpretaron el papel de intoxicadores y hoy en día reciben premios por su objetividad  y excelente labor pública. De esto ya hablaré otro día.

La política y la justicia quedaron engarzadas en 1985 gracias en este caso a la cirugía social que expresó  Alfonso Guerra con su famosa frase de «A España no se la va a conocer ni la madre que la parió«,  y ese  PSOE de Suresnes que el sin par Albiac califica de agencia de empleo y no partido político en esta estupenda entrevista sin desperdicio y obligada lectura.  La independencia de los poderes al basurero y viva la democracia. Y es ahí, donde quizás aparezca aparezca la X de Garzón.  En la semana que viene continúa el folletón con la sentencia que le espera con el caso del franquismo y las exhumaciones. Luego el tema del dinero y la Memoria histórica. Los presupuestos, las subvenciones, favoritismos.

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