En el cumpleaños de Clint Eastwood, homenaje a los duros reconvertidos, incluido el señor Vera

Después de un silencio de cuatro años Clint Eastwood, que hoy cumple 83 años, regresó en el 2008 a la primera línea de fuego cinematográfica con la película Gran Torino que dirigió, produjo e interpretó.

El mundo le esperaba impaciente desde  Million Dollar Baby, del  2004, pero él como los duros de verdad se hizo de rogar, y su vuelta a las carteleras le supuso un nuevo triunfo como actor, director y hasta compositor de las bandas sonoras de sus películas.

Al recrear la historia de un jubilado de guerra, Walt Kowalski, que vive solo con su perro, amargado por la experiencia de haber matado, pero, dispuesto a redimirse y morir por una buena causa, Clint Eastwood volvió a  mostrar al mundo, hasta sus últimas consecuencias, ese mito norteamericano de nuevo cuño de la redención de los duros, la guerra sucia contra los «malos» y la nobleza del espíritu emprendedor del hombre hecho a si mismo en la conquista del Far West.

Cuando en el año 1988, Clint Eastwood interpretó por última vez el papel de Harry el Sucio, la serie de cinco películas que le catapultó a la fama, yo conocí a Rafael Vera por motivos profesionales de mi viejo oficio al realizarle un par de entrevistas  para sendos reportajes de Informe Semanal que no guionicé y de los apenas recuerdo un par de imágenes: La del entonces mi compañero de los Servicios Informativos de TVE, Arturo Pérez Reverte con uno de los primeros teléfonos móviles que se veían en Madrid colgado al hombro, del tamaño de un maletín, y dictando su crónica a la redacción central. Y aquel rostro impenetrable, de hombre duro entre los duros, con mirada capaz de cortar el hielo de don Rafael Vera que en mi delirio asocié a la superlativa cara de la frialdad y la ausencia de sentimientos, incluso superior con mas de tres grados de diferencia, a la interpretada como sucio, fuerte y ejecutor por el maestro Eastwood en sus tres primeras entregas del policía Harry.

Fue cuando Baltasar Garzón abrió una investigación penal sobre los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) que a la postre y por el caso del secuestro de Segundo Marey, llevó a la cárcel a este hombre que ayer he vuelto a ver en la televisión, ya cano y reflexivo.

Porque hoy Eastwood cumple 83 años y no le quedan balas para su Magnum vengador y Vera ha mutado su cara hacia los rasgos inocentes, y hasta apacibles  que imprime el  definitivo camino de vuelta. Nada que ver con aquel rostro imperdonable que con cada gesto perdonaba la vida.

Imposible además olvidar esta mañana de reconocimiento y vagos recuerdos con la cara de susto y pesadilla con que me respondió el señor Segundo Marey cuando una buena mañana en su casa del Sur de Francia, llamé a su puerta y atentamente le dije «Bon Jour».

Muchos años después de su secuestro conservaba las arrugas de la pesadilla.